Desde hace décadas, los autos protagonistas de Fast & Furious han sido esenciales para la identidad de la franquicia. Entre ellos, el Mitsubishi Eclipse de la primera entrega y el Pontiac Fiero que literalmente alcanzó el espacio en la novena película han dejado huella.
Sin embargo, más allá de los míticos Chargers de Dom Toretto, el Mazda RX-7 de Han que apareció en Rápidos y Furiosos: Reto Tokio también se ha convertido en una leyenda. Prueba de ello es que uno de los dos autos originales que sobrevivieron del rodaje fue vendido recientemente por más de un millón de dólares, es decir, 18.7 millones de pesos, al tipo de cambio actual.
Fast & Furious: Una película que ha creado leyendas automotrices
El vehículo destaca por su llamativo kit de carrocería VeilSide “Fortune”, responsable de su estética única. De acuerdo con uno de los asesores técnicos de la cinta, se fabricaron nueve ejemplares para la filmación, aunque únicamente dos resistieron el exigente proceso y fueron preservados por coleccionistas.
Este RX-7 en particular se encuentra operativo y fue utilizado exclusivamente para tomas estáticas, es decir, no participó en las escenas de drifting. Aunque eso le resta algo de protagonismo cinematográfico, estos autos suelen contar con una construcción de mayor calidad, pensada para lucir impecables en primer plano, a diferencia de los modelos preparados para secuencias de acción, que pueden dañarse con facilidad.
Durante una reciente subasta organizada por Bonham’s, el auto fue vendido por 1.2 millones de dólares, marcando un récord para un RX-7 de uso legal en carretera.
No obstante, no logró superar el precio más alto alcanzado por un auto de la saga: un Nissan R34 GT-R manejado por el personaje de Brian O’Conner, interpretado por Paul Walker, que se vendió por 1.3 millones de dólares (24.3 millones de pesos). Por su parte, el icónico Supra naranja de Brian fue adquirido en 2021 por 550,000 dólares (10.3 millones de pesos).
Fuente: Bonhams Auctions
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